A los maestros les debemos mucho más que conocimientos. Les debemos paciencia, guía, esfuerzo y pasión. A lo largo del tiempo, el arte de enseñar ha cambiado: desde la pandemia hasta el auge de la tecnología, los métodos evolucionan. Pero hay algo que permanece intacto: la vocación del verdadero maestro, esa que transforma vidas y siembra esperanza a través del conocimiento.
Hoy queremos rendir homenaje a todos los docentes que, con compromiso y corazón, siguen enseñando, adaptándose y dando lo mejor de sí para formar a las futuras generaciones.
Y qué mejor manera de celebrar este día que recordando algunas poderosas frases de Doroteo Arango, mejor conocido como Pancho Villa, quien entendía el valor de la educación y el papel esencial de los maestros:
“He logrado que los alumnos y los profesores estén contentos en Canutillo: a los chamacos, proporcionándoles todo lo necesario para que se instruyan; a los maestros, respetándolos como yo los respeto y pagándoles con puntualidad. Yo prefiero pagar primero a un maestro y después a un general.”
“La incultura es una de las desgracias más grandes de mi raza… La educación de los hijos de mi raza es algo que no debe pasar inadvertido para los gobernantes y para los ciudadanos. Nunca al problema educativo se le ha dado la atención necesaria…”
“México se habrá salvado cuando un maestro gane más que un general.”
Es importante recordar que en tiempos de Villa, los cargos políticos estaban principalmente en manos de militares. Por eso, estas frases son más que palabras: son un llamado a valorar a quienes sostienen los cimientos de una sociedad educada.
¡Gracias, maestros y maestras! Ustedes son la chispa que enciende el fuego del cambio.