La trágica masacre ocurrida el pasado 9 de noviembre en el bar “Los Cantaritos” en Querétaro, que dejó diez muertos, incluido Fernando González Núñez, alias “La Flaca”, ha expuesto una compleja red de actividades ilícitas que abarcan desde el narcomenudeo hasta conexiones de alto perfil entre el crimen organizado y figuras de la región. Este lugar, ubicado en pleno centro de Querétaro, era frecuentado por miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y otras personalidades locales, quienes lo utilizaban como un sitio de encuentro para reuniones privadas y demostraciones de lujo y poder.
La Presencia de “La Flaca” y sus Aliados en “Los Cantaritos”
Fernando González, conocido por su implicación en el CJNG, solía reunirse en el bar junto a amigos, colaboradores y parejas, en lo que se ha convertido en el punto de partida de un trágico evento. El 9 de noviembre, González llegó al bar acompañado de su socio Jesús Alberto Arteaga y dos de sus parejas, quienes también fueron víctimas de la emboscada. Según las primeras investigaciones, el ataque habría sido ejecutado por integrantes del Cártel de Santa Rosa de Lima en una disputa violenta por el control territorial en Querétaro, una zona marcada por la constante lucha entre estas dos organizaciones criminales.
“Los Cantaritos”: Un Refugio para Actividades Ilegales
Fuentes cercanas aseguran que “Los Cantaritos” operaba bajo una red de corrupción que permitió que el bar funcionara sin permisos legales. El primer dueño del lugar, Raúl “N,” es buscado por las autoridades, sospechoso de haber facilitado la operación ilícita del bar al asociarse con Fernando González. Este bar no solo fue un sitio de reuniones para el CJNG, sino también un punto de reclutamiento para sicarios. González, alias “La Flaca,” utilizaba las redes sociales para convocar a interesados, ofreciéndoles sueldos semanales y prometiendo “protección y respaldo”.
La Frágil Seguridad de la Vida Nocturna en Querétaro
Este evento no solo destaca la brutalidad de la rivalidad entre el CJNG y el Cártel de Santa Rosa de Lima, sino también la fragilidad de las normativas y controles de seguridad en torno a los espacios nocturnos en Querétaro. La falta de regulación efectiva y las prácticas de corrupción han permitido que bares como “Los Cantaritos” se conviertan en zonas de riesgo, vulnerando la seguridad de los ciudadanos y exponiendo una red de operaciones ilícitas que compromete la integridad de la región.
La investigación sobre esta masacre continúa mientras las autoridades buscan esclarecer el alcance de la red de corrupción vinculada a “Los Cantaritos” y detener a todos los involucrados en este trágico hecho que ha conmocionado a la ciudad.