Uno de los casos más enigmáticos y discutidos dentro del ámbito de la ufología en el siglo XX es el de Dolores Barrios, una mujer cuya presencia en un congreso sobre objetos voladores no identificados, celebrado en 1954 en Mount Palomar, California, dejó una impresión imborrable entre testigos, investigadores y entusiastas del fenómeno OVNI. A pesar de que se identificó como diseñadora de moda radicada en Nueva York, su fisonomía, comportamiento y el aura de misterio que la rodeaba llevaron a muchos a suponer que no era humana.
De acuerdo con los registros de aquel encuentro, Dolores Barrios llegó al congreso acompañada de dos hombres, también de aspecto inusual. Fue su apariencia física lo que capturó inmediatamente la atención de los asistentes: poseía una tez extremadamente pálida, ojos almendrados de gran tamaño, una estructura craneal alargada, facciones delicadas y una mirada que varios testigos describieron como profunda y desconcertante. Su aspecto coincidía de forma inquietante con las descripciones que en esa época se manejaban sobre supuestos seres de origen venusino.
El periodista y ufólogo brasileño João Martins, presente en el congreso, logró tomar una fotografía de Dolores Barrios junto a sus dos acompañantes. Esa imagen, que aún circula en espacios especializados, se convirtió con el paso del tiempo en una de las piezas más citadas por quienes defienden la teoría de una infiltración extraterrestre entre los humanos.
Lo que sucedió después no hizo sino alimentar la especulación. Según diversos relatos, poco tiempo después de la conclusión del evento, los tres individuos desaparecieron sin dejar rastro del hotel donde se hospedaban. Días más tarde, testigos aseguraron haber observado un objeto volador no identificado despegar en las cercanías del lugar donde se llevó a cabo el congreso. La conexión entre ambos hechos fue inmediata para los seguidores del fenómeno OVNI.
Con el paso de las décadas, el misterio en torno a Dolores Barrios no ha hecho más que crecer. Para algunos investigadores, su aparición fue una muestra clara de un intento de contacto por parte de seres no humanos, específicamente venusinos, quienes supuestamente habrían adoptado una forma humana para observar sin intervenir. Para otros, se trató de una elaborada puesta en escena, quizás ideada para probar la credulidad del público o para confundir a la incipiente comunidad ufológica de la época.
Hay también quienes postulan que este caso podría haber sido un experimento social o incluso un operativo encubierto, impulsado por agencias gubernamentales interesadas en medir las reacciones ante lo desconocido. Sin embargo, la falta de información comprobable sobre Dolores Barrios, su paradero posterior o su verdadero origen, continúa haciendo de este episodio una leyenda moderna sin resolución.
A más de medio siglo de distancia, el caso sigue generando debate y fascinación. La figura de Dolores Barrios representa, para muchos, uno de los grandes enigmas de la historia contemporánea, un símbolo de ese limbo entre la ciencia, el misterio y la posibilidad de que no estemos solos.